Entre enero y junio, según el monitor agroindustrial elaborado por la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), la industria procesadora de soja en Argentina transformó en harina o aceite 19,1 millones de toneladas.
Esto significa un incremento interanual de 4,2 millones de toneladas, año marcado por la peor producción en más de dos décadas, pero una cifra por debajo de los niveles alcanzados en 2021 y 2022. Los exportadores reconocieron que el ingreso de soja importada del Paraguay sigue siendo el principal factor que logró consolidar el aumento de la molienda durante los primeros seis meses del 2024.
“De esta forma se evitó que la industria aceitera entre en una severa crisis por la falta de oferta de soja disponible y su impacto negativo directo sobre el nivel de actividad y la generación de empleo”, agregaron. En el caso de girasol, la molienda acumulada en el primer semestre se ubica cerca del récord, aunque en junio continuó la caída por tercer mes consecutivo.
Al analizar el ritmo de ventas de granos, señalaron que los productores se enfocaron en la venta de maíz disponible y, en el caso de la soja, reconocieron que se dejó como “un producto de resguardo de valor y asumiendo que la demanda de soja por parte de la industria aceitera es más estable durante todo el año”.
De acuerdo a los exportadores faltan comercializar unas 32,1 millones de toneladas de soja. De ese volumen, unas 24,4 millones siguen sin venderse, mientras que se acumulan 7,7 millones vendidas con precio a fijar.