Este micro lo elegimos como “bonus track” de los anteriores, compartiendo la visión de un referente de la provincia de Corrientes, el Médico Veterinario Domingo “Milo” Aguilar, del INTA Mercedes.
En sus palabras (coincidimos), la figura del invernador ovino significaría un cambio de paradigma, brindando una serie importante de beneficios para el sector.
Es menester hacer hincapié sobre el importante rol que tendría este jugador, por todas las posibilidades que puede imprimirle a un ámbito que se considera casi limitado para acompañar un aumento en el consumo de la carne ovina.
En regiones en las que las pasturas escasean o en zonas afectadas por sequías temporales, es necesario tomar decisiones respecto de cómo se comercializarán los animales.
Si buscamos trabajar en forma relativamente profesional y tomamos en cuenta el costo de producir un animal desde su gestación, se puede concluir fácilmente que agregarle algunos kilos más de lo habitual significa una ínfima inversión en comparación con la inversión previa.
Luego vienen las decisiones personales de desprenderse de ese ejemplar para las festividades, venderlo a un invernador o sumarle kilos para luego hacer cortes, llegando así a los centros urbanos.
Más allá de las oposiciones o reticencias a estos planteos, hay que pensar tanto en forma individual como grupal, asumiendo que el cambio de paradigma traerá aparejado un mejor posicionamiento de esta carne gourmet, por ende, una mejora en la demanda que, sin duda alguna, requerirá de una oferta que la satisfaga.
A un play de distancia para entender el cambio de visión y la posibilidad de hacer mejores negocios.
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Javi Lauria